El italiano Flavio Briatore es el asesor ejecutivo del equipo francés y posó su lupa en el piloto argentino. De instructor de esquí a ser clave en el imperio Benetton de la moda y quedar marcado por el Crashgate en la Máxima
Camina por los boxes de los circuitos donde corre la Fórmula 1 y Flavio Briatore es una celebridad dentro del mismo circo. Todo el mundo lo conoce y para el ambiente parece haber quedado enterrado que fue el autor intelectual del Crashgate, el máximo escándalo en la historia del automovilismo. El magnate italiano de 74 años es el guía de Alpine, equipo que logró recuperarse y saltar del noveno al sexto puesto final en el Campeonato Mundial de Constructores. Además, tiene un ojo clínico como pocos para identificar qué piloto tiene pasta y por eso lo quiere a Franco Colapinto.
Carismático, seductor, hábil para los negocios y de fuerte personalidad, nació el 12 de abril de 1950 en Verzuolo, una localidad ubicada en la región del Piamonte, rodeada de montañas donde en las temporadas de invierno el esquí es la “F1″ en esa zona. Desde muy joven Briatore trabajó como instructor y en la gerencia de un restaurante.
A principios de los años setenta también trabajó en la Bolsa de Italia; época en la que conoció a Luciano Benetton, fundador de la conocida empresa de vestimenta, que llegó a ser un imperio, en parte por la muñeca de Flavio. Se metió de lleno en la compañía y llegó a ser director de operaciones del grupo para América, luego de abrir cuatro tiendas en los Estados Unidos y pasar a 800 en una década.
En el medio ya se había consolidado con su otra pasión que fue fomentando y se trató del automovilismo. En 1985 compró el equipo Toleman, el mismo con el que Ayrton Senna debutó en la Máxima en 1984. En 1986 se estrenó la escudería Benetton, que fue una revolución por los diseños de sus autos con el verde preponderante y su toque multicolor. Visualmente, los Benetton del segundo lustro de los años ochenta fueron de los más lindos de la F1. Ya en su primera temporada lograron ganar, con Gerhard Berger, en México.
En el team primero tuvo el rol de director comercial y más allá del buen presupuesto provisto por la icónica marca de ropa, Briatore logró atraer a una importante tabacalera cuyo ícono es un camello. En 1989 consiguieron su segunda victoria y fue en la carrera del famoso toque entre Ayrton Senna y Alain Prost, en Suzuka, Japón, cuando Alessandro Nannini heredó el triunfo luego de la exclusión de Senna, a quien lo acusaron de recorrer menos metros al cortar la chicana tras el incidente con el Profesor.
Nannini, el hermano menor de Gianna Nannini, cuya voz inmortalizó Un’ Estate Italiana, la canción del Mundial de Italia 1990, cuentan que tenía destino de Ferrari, pero un accidente en helicóptero le costó la amputación de un brazo en aquel año, en el que Nelson Piquet le dio otras dos victorias.
Pero fue en 1991 cuando la vida de Briatore cambió en la F1. A esa altura ya era el jefe del equipo y en Bélgica lo deslumbró un joven de 22 años llamado Michael Schumacher, que reemplazó a Bertrand Gachot, quien debió cumplir dos meses de arresto por un altercado con un taxista. Ese novato alemán que sorprendió en Spa-Francorchamps con un Jordan, fue un impacto para Flavio, ya que en la carrera siguiente se lo llevó a Benetton.
Briatore y el entonces representante del piloto, Willy Webber, encontraron una artimaña legal para eludir el contrato de tres años que Eddie Jordan le ofreció al germano. El británico le mandó un preacuerdo para que Schumacher se sumara a su equipo y Weber lo devolvió firmado por Michael. Pero con un leve cambio: donde ponía que Schumacher “firmaría el contrato la semana que viene” lo reemplazó y puso que Schumacher “firmaría un contrato la semana que viene”. Y lo firmó, pero con Benetton.
Schumi no lo defraudó y de su mano llegaron los únicos dos títulos logrados por Benetton, en 1994 y 1995. Aunque en el primero Benetton fue acusado de haber mantenido las ayudas electrónicas en sus autos, algo que en esa temporada se prohibió y por caso hizo que el propio Senna tuviese problemas en Williams, que había sido el equipo a batir en las dos temporadas anteriores.
Fue marginado de su puesto por David Richards, otro eximio director de equipo con mucha experiencia en la organización de estructuras y armado de autos, y que también tuvo éxito en el Mundial de Rally. Aunque Flavio no se rindió al haberse metido en la creación de los motores Mecacrome con Renault, generó un lazo fuerte con la marca francesa que compró Benetton en 2000. Esto le valió recuperar su cargo cuando el Rombo reingresó como equipo íntegro en 2002.
En 2000, su olfato para cazar talentos lo llevó a hacerse cargo de la campaña de un chico español de 19 años llamado Fernando Alonso, al que primero hizo debutar en Minardi para que ganara experiencia y luego se lo llevó a las huestes de Enstone, donde aún está una de las bases del actual escuadra Alpine. El asturiano fue su otra gran jugada y con él Renault logró en 2005 y 2006 sus únicos dos Campeonatos Mundiales como escudería completa, ya que también se había consagrado, pero siendo proveedora de motores de Williams y Benetton.
Los títulos de Alonso fueron ante el propio Schumacher y Ferrari. Lograron terminar con el dominio de una combinación que arrasó en el primer lustro de los años 2000. Tras un año en McLaren, Fernando volvió en 2008 a Renault y ahí hubo un hecho bisagra en la historia de Briatore.
En Singapur, junto al responsable técnico del team, Pat Symonds, le ordenaron a Nelson Piquet hijo que chocara a propósito para forzar el ingreso del auto de seguridad y esto facilitó la victoria de Alonso. Una vez que se descubrió el llamado “Crashgate”, Briatore fue expulsado de por vida de las carreras de F1, pero más tarde el Tribunal de Gran Instancia de París anuló la decisión de la FIA por considerarla irregular y por entender que en ella tuvo un papel preponderante Max Mosley (presidente de la FIA), enemigo de Briatore. La entidad rectora acató esa resolución de la justicia ordinaria y Flavio recibió la “amnistía”.
“Aquello fue un hecho político. Todos sabíamos que la FOTA era muy potente. Estábamos yo, Montezemolo (Ferrari), Hewitt de Toyota, también estaba Ron Dennis (McLaren). Sabemos cómo se comportó Massa (Felipe), que intentó eliminar a los enemigos con cualquier recurso.
En Singapur era imposible para Fernando ganar aquella carrera, pero fue muy afortunado porque Massa tuvo algunos problemas, hubo dos safety car. Si Fernando no hubiese ganado luego no hubiera pasado nada, en cambio después de un año llegó la venganza. Me fui al tribunal de París y gané la causa. Fue una página muy fea porque después de 17 años de F1 fuimos tratados como delincuentes”, contó Briatore en diálogo con Radio estadio del Motor.
Ofendido por lo ocurrido, se alejó del ambiente, pero siempre mantuvo buenas relaciones y sus influencias. Las fotos con los pilotos, dueños de equipos y hasta el propio CEO de la F1, Stefano Domenicali, estuvieron a la orden del día en los últimos años. El ambiente no lo castigó y eso llevó a que recibiera una propuesta de su antiguo equipo, ahora llamado Alpine, pero que hasta 2019 fue Renault.
En junio de este año se reincorporó como asesor ejecutivo de la escuadra francesa y logró recomponerla luego de un comienzo difícil y de haber caído en la tabla del Campeonato de Constructores. Del noveno puesto lograron terminar sextos y el 2-3 conseguidos por Esteban Ocon y Pierre Gasly en Brasil, torció la historia. Fue en un contexto complicado en cuanto a las perspectivas de futuro, ya que anunciaron que en 2026 dejarán de emplear los clásicos motores del Rombo fabricados en la planta de Viry-Châtillon y desde 2026 usarán los impulsores de Mercedes, en el cambio que se vendrá con combustibles sintéticos y los nuevos autos, más chicos y sin tantos aditamentos aerodinámicos.
En tanto que como lo hizo con Michael Schumacher y Fernando Alonso, Briatore vio algo especial en Franco Colapinto. No le hizo falta verlo al argentino durante toda una temporada. Sus primeras cinco carreras en las que sorprendió al mundo sumando puntos en dos de ellas, superando a experimentados rivales en pista, o haciendo una largada de antología en Singapur en la que saltó del 12° puesto al noveno, hicieron que el italiano quiera contratarlo.
El intermediario fue Bernie Ecclestone, quien fue el dueño de la categoría durante casi 40 años. Lo visitó al pilarense en el corporativo de Williams y luego reveló que Flavio estaba dispuesto a quedarse con la “ficha completa” de novato de 21 años, el más joven de los titulares en 2024.
Colapinto tiene contrato con Williams, que lo viene apadrinando desde enero de 2023 cuando lo incorporó a su academia. Aunque en 2025 no tendrá lugar como titular y este lunes Carlos Sainz ya se subió a su auto en Abu Dhabi. Alex Albon conservará su puesto y Franco pasará a ser piloto de reserva, si no se abre una chance en otro equipo.
Luego de que se enfriaron las negociaciones con Red Bull, otra vez Alpine apareció por Colapinto y ya en Qatar, Briatore fue directamente al sector de Williams y se encontró con Franco y su mánager, María Catarineu. Intercambiaron sonrisas, pero algo más hubo. Aunque es el jefe del equipo inglés, James Vowles, el que maneja las negociaciones.
Si bien Alpine ya confirmó al propio Gasly y a Jack Doohan para 2025, éste no tendría el puesto asegurado para toda la temporada venidera y contaría con un contrato de cinco competencias. Briatore ya le hizo correr una este fin de semana. Todo puede pasar en esta F1 de hoy donde los contratos pueden desintegrarse de la noche a la mañana y quién mejor que el italiano para encontrar un vericueto legal a la hora de conseguir lo que quiere.
Pase lo que pase, el interés por Franco Colapinto es otra prueba de lo que generó el argentino en la F1. Red Bull lo quiso y negoció por él. Ahora es el mismo Flavio Briatore que mantiene su carta en la manga y es un as a la hora de sentarse a negociar. El argentino –por ahora– no tiene lugar como titular para 2025. Pero aún faltan 97 días para la primera carrera que será el 16 de marzo en Australia.
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