El re-descubrimiento del rancho Izaguirre en Jalisco volvió a poner los focos de atención sobre las prácticas que el crimen organizado utiliza para integrar jóvenes a sus filas; estas son solo algunas de las revelaciones de supervivientes
A más de una semana del hallazgo de ropa, calzado, objetos personales y presuntos restos óseos al interior del rancho del horror Izaguirre, descrito como un “centro de adiestramiento” por la propia Guardia Nacional (GN), supuestos sobrevivientes de reclutamiento forzado han decidido romper el silencio y dar a conocer las violentas prácticas que se realizaban al interior del predio.
Aunque los primeros reportes indican que el inmueble ubicado en el municipio de Teuchitlán, Jalisco, dejó de ser utilizado por el crimen organizado en septiembre de 2024 ―fecha en la que fue descubierto por las autoridades estatales y federales―, fue tras la jornada de búsqueda del colectivo Guerreros Buscadores de Jalisco cuando las personas que se identificaron como víctimas del “rancho del horror” decidieron relatar su historia.
Tres de estos testimonios fueron revelados a Milenio Televisión y un cuarto, el de una mujer, fue relatado a la líder del colectivo, Indira Navarro. Esto es lo que se reveló.
El horror al interior del rancho Izaguirre
En entrevista para Milenio, hombres cuyas identidades no fueron reveladas relataron algunas de las atrocidades que tuvieron que presenciar ―o hacer― para continuar con vida.
El primero de ellos relató que, a su llegada, fue obligado a desvestirse. Aquellos que se negaban o comenzaban a realizar preguntas eran asesinados al instante, mientras que los que optaban por guardar silencio eran registrados en un cuaderno y se les asignaba un apodo, tareas y recursos.
Los relatos indican que el rancho se dividía en distintas secciones. Una bodega de alrededor de 389 metros cuadrados funcionaba como dormitorio y gimnasio.
“Dormíamos en posición fetal, muy pegados unos de otros, porque se llevaban gente, pero casi a diario llegaba gente nueva”, declaró al medio citado un joven que únicamente estuvo dos semanas en el rancho Izaguirre.
Otro de los supuestos supervivientes comentó que todo el tiempo eran golpeados. “Todos los días nos pegaban por cualquier cosa, así nos mantenían con miedo. Desde que llegamos lo primero que te hacen es agarrarte a tablazos (sic)”, comentó.
Durante el día, eran sometidos a pruebas que debían pasar si querían continuar con vida.
“No hay día que no piense en eso y que no me atormente. Pero en ese momento se hacían las cosas para seguir vivo. Esos día solo son cuando te enseñan a disparar con AK-47 y arma corta”, confesó otro sobreviviente.
Un tercer individuo reveló que sobrevivir al entrenamiento era sola la primera prueba. Los graduados, señaló, eran enviados a pelar por plazas.
“Gracias a Dios terminé el adiestramiento a luchas, a fuerzas, con amenazas y todo. De ahí te mandan a Zacatecas y no es cierto que son tres etapas, es una etapa nada más. Si ganas tres plazas consecutivas, te ascienden a comando. Comando quiere decir que tú te encargas de un grupo, de siete, ocho o diez personas”, explicó.
Tas su “iniciación”, los sobrevivientes son presentados ante los “altos mandos”. Es entonces cuando son enviados a otra parte del país.
“Ya cuando bajas de allá ya te reparten a los lugar que te van a mandar, Zacatecas, Nayarit, Guanajuato, Michoacán, Guerrero o Guadalajara”, agregó.
Tres años: el relato de una mujer que sobrevivió
En entrevista con la periodista Ahtziri Cárdenas Camarena, Indira Navarro presentó diversos fragmentos del testimonio en audio de una mujer que, aseguró, sobrevivió tres años al interior del rancho Izaguirre.
La mujer, apodada María para no revelar su verdadera identidad, relató que fue víctima de una falsa oferta laboral. Una vez dentro del lugar no tuvo más opción que trabajar para ellos.
Aunque no reveló el año en el que ocurrió eso, aseguró que el rancho llevaba varios años operando como “escuela para narcos”. “Había muchas personas del gobierno en su momento. Sabían cómo se manejaba desde el 2012-2013. Yo estuve ahí”, declaró.
Entre las declaraciones más relevantes de María, destaca la que afirma que las personas que vivían en su interior eran obligadas a participar en actividades del crimen organizado: excavación de fosas, calcinación de cuerpos, desmembramiento y otras prácticas violentas.
Acorde con el relato de la mujer, al menos mil 500 personas pasaron por el rancho de Teuchitlán durante el tiempo en el que ella estuvo ahí.
Una de las prácticas más brutales
En mayo de 2019, Noticias Telemundo publicó un reportaje que cuenta la historia de Francisco, un hombre que presuntamente pasó tres meses en un campo de entrenamiento del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) y que vivió para contarlo.
De acuerdo con dicho testimonio, el comer carne humana es una de las primeras pruebas a las que los jefes de plaza y encargados de las “narco escuelas” someten a los recién ingresados. Dentro del CJNG se le conoce como “el bautizo”.
Según se reveló al medio ya citado, dicha “prueba” consiste en obligar a todos los aprendices a descuartizar el cuerpo de alguna persona ―en las mayorías de los casos, según se ha relatado, son personas que no lograron avanzar otras etapas― y posteriormente comerse una parte de él. En caso de negarse, son asesinados.
Un relato similar fue expuesto años atrás, en 2017, cuando un grupo de más de una decena de hombres fueron detenidos e identificados como miembros del CJNG. Entre ellos se encontraban dos adolescentes de 16 y 17 años, quienes narraron a las autoridades la tortura que realizaron a un hombre y cómo, después, tuvieron que comérselo.
La declaración se dio en el marco del descubrimiento de varias “escuelas del narco” en la parte serrana de Navajas, Tala. Eduardo Almaguer Ramírez, entonces fiscal general de Jalisco, reveló que en la mayoría de esa zonas eran encontrados restos humanos.
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