Pedro Infante no era solo una figura pública; era un símbolo de México. Su voz llenaba cantinas, casas, radios y cines. Era el protagonista de la identidad nacional En la historia de México hay fechas que duelen, que se sienten como una herida abierta en la memoria colectiva. Una de ellas es, sin duda, el 15 de abril de 1957. Ese lunes negro, mientras el país despertaba entre tazas de café y transmisiones matutinas de radio, una noticia estremeció a millones: Pedro Infante, el ídolo de México, había muerto…
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