Mi abuelo. Legado político
El Jicote. Por: Edmundo González Llaca
Hace unas semanas el municipio de Cadereyta convirtió la casa en la que vivió mi abuelo Constantino Llaca Nieto, en un Centro Cultural y le puso su nombre. Mi abuelo ha sido el único gobernador de Querétaro originario de Cadereyta.
En la develación de la placa correspondiente, el Presidente Municipal, Miguel Martínez, pronunció un discurso en el que hizo una seria y acuciosa investigación sobre mi abuelo. Me invitaron a participar, pues como consecuencia de un drama familiar, fui educado por mi abuelo y mi abuela Guadalupe Victoria. En mi intervención, hice una remembranza íntima de los recuerdos que tenía, pues no por presumir, pero siempre fui su nieto favorito. Legado político, Legado político, Legado político, Legado político, Legado político
No abordé ni hice una evaluación de mi abuelo como gobernador, considero que son los historiadores, que tienen sus binoculares en la nuca, los responsables de examinar la responsabilidad política en el pasado de mi abuelo; simplemente no tengo los parámetros para juzgarlo en su tiempo.
Por ejemplo, me dicen que mi abuelo ponía todos los días en la puerta de palacio de gobierno unas hojas en las que se especificaban los ingresos que recibía su administración y en lo que se gastaba. No sé si sea cierto, lo que sí me consta es que como ex gobernador vivíamos en la austeridad. Mi abuelo Constantino, después de su gobierno, ejerció su profesión de licenciado litigante hasta morir. Me pregunto ¿Cuántos gobernadores, al dejar el cargo, viven de sus ingresos como profesionistas liberales o en lo que trabajaban antes?
En mi infancia los niños y las mujeres no éramos convocados a las discusiones políticas, ese era un oficio exclusivo de hombres y mayores. Las lecciones políticas las capté con mi mente infantil y hasta ahora las he meditado en su profundidad y vigencia.
Recuerdo que un campesino le llevaba cíclicamente de regalo unos chivos enchilados en barbacoa, riquísimos; tenía una actitud que en ese momento me parecía brusca y ahora me produce risa. Al llegar con su exquisito manjar, mi abuela le decía: “No se hubiera molestado”. Él respondía con cruda sinceridad: “No son molestias, son gastos”.
Ese campesino en una ocasión le comentó a mi abuelo que quería lanzarse otra vez como Presidente Municipal de Cadereyta, pero que tenía muchas dudas en hacerlo, no por temor a perder, pues en su anterior administración se había entregado en cuerpo y alma.
No quería regresar a la presidencia porque sus gobernados no lo reconocían; no valoraban su esfuerzo. Le pidió consejo a mi abuelo, quien le comentó. “Uno se mete en la política porque está convencido que sus ideas, sus iniciativas, son las convenientes y para beneficio de la gente. Si es agradecimiento lo que buscas como recompensa, estás amolado, sólo gobernarás para quien estuvo de acuerdo con tu política o para gente bien nacida”.
Creo que tiene razón mi abuelo, si gobernar se convierte en una actividad de simplemente quedar bien con todos, la política se transforma en una especie de comercio; “Al cliente lo que pida”. Como bien decía Jesús Reyes Heroles: “Quien quiere hacer política quedando bien con todos, no queda bien con nadie”.
El Jicote, por Edmundo González Llaca.
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