Igualdad en todo, por Andrés González Arias.
México es un país de enormes desigualdades, en lo cultural, en lo económico, en lo electoral, en lo etnográfico, por solo citar algunas diferencias.
Es parte del valor universal de la igualdad. Y respetar o hacer posible esta, en medio de visiones ancestrales, ya sea de índole religiosa o simplemente costumbristas.
Y esto no puede seguir así. en todo, en todo, en todo, en todo, en todo, en todo, en todo, en todo
Por eso precisamente – y todavía – se hace la puja en lo electoral por respetar la paridad de género, en todos los sentidos y en el más completo y amplio concepto.
Hay impreparación – no se puede decir de otra forma – en la no aceptación de una mujer para el cargo de Presidente de la República.
Hasta hace poco no se concebía la posibilidad de que alguna mujer llegara a ser gobernadora. Correspondió a doña Griselda Álvarez Ponce de León, hacia finales de la década de los setentas, cuando tuvo el grande honor de gobernar el estado de Colima.
Y de ahí para acá, siempre se han tenido mujeres gobernadoras en el escaño político más alto de una entidad federativa.
Con el derecho ganado para la mujer de tener acceso al voto, comenzó todo. Y esto apenas en la década de los cincuentas.
Lo aprobado en la semana pasada por la LX legislatura queretana, entra en esa misma necesidad de igualdad y borrar todo indicio de discriminación.
Y hay que partir del pensamiento de que solo tenemos una sola existencia, una sola vida, en la que todos debemos tener los mismos derechos. Y también las mismas obligaciones.
Se trata de la aprobación de la iniciativa de reforma a la Ley para la Inclusión de Desarrollo Social de las personas de Talla Baja, logrando con eso – y ahí se dijo – “un escalón universal en las instituciones públicas y privadas de todo el estado” señaló el diputado Paul Ospital, impulsor de esta iniciativa.
La votación a favor de los diputados asistentes, fue por unanimidad como no podría ser de otra manera.
Y aquí nos habíamos tardado, porque Querétaro es apenas el séptimo estado en tener esta legislación en sentido semejante para “mirar a los ojos” y que así nos miren también las personas de talla baja.
Y es que somos iguales. Y a nadie se le debe hacer menos ni por su color, aspecto físico– de si es feo o bonito – ni por la religión que practica. Todos esos son derechos aquí conquistados. Y no todos precisamente con facilidad.
Con la aprobación de esta Ley se logró algo más que ese reconocimiento de igualdad, porque serán consideradas con discapacidad en el ánimo de que sean beneficiarios de programas sociales.
Pero aún faltan muchas cuestiones en este empeño, por ejemplo, Querétaro no tiene un censo para saber quiénes son, donde viven, para poder atenderlos en lo general, si usted quiere, sus necesidades. El primer paso ya está dado, pero faltan muchos.
Esto podría obligar a todo tipo de ventanillas públicas en donde se ofrece atención a contar con el llamado “escalón universal”, montándose ahí mismo en la legislatura una muestra o exposición de cómo deben ser los muebles para las personas de talla baja. Esto deberá también aplicar a todos los restaurantes, a todos los vehículos de transporte público, a los que se les debe exigir escalones más pequeños precisamente para estas personas e igualmente y por lo menos, un asiento con esas características de atención a estas personas.
Apenas fue aprobada la Ley, falta su publicación y lo que es más importante, su aplicación en la vida diaria.
Todos somos iguales.
Andrés González Arias
Periodista de toda la vida, egresado de la escuela Carlos Septién García, catedrático en la Universidad de Guanajuato, analista político en radio y prensa escrita, además de Premio Estatal de Periodismo en el 2000.
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