El insomnio puede tener repercusiones serias en el desempeño escolar, afectando la concentración, la memoria y el estado de ánimo
Aunque pueda pasar desapercibido, la falta de un descanso adecuado tiene múltiples consecuencias en las personas. Por ello, es imprescindible tener una buena rutina para la noche y poder dormir cómodamente y descansar sin problemas.
Cuando los niños y las niñas no descansan de la mejor manera o no duermen las horas que su cuerpo necesita, su sistema inmune, su crecimiento y hasta su desarrollo mental se ven comprometidos, lo que muestra que dormir bien es una necesidad fundamental para cualquier ser humano.
De acuerdo con la fundación Academia Estadounidense de Medicina del Sueño (American Academy for Sleep Medicine, en inglés) el sueño de calidad, junto con la nutrición y el ejercicio, es uno de los tres pilares para tener una vida saludable. Asimismo, la Academia Estadounidense de Pediatría (AAP, por sus siglas en inglés), entre el 25% y el 50% de los niños y el 40% de los adolescentes en el país del norte tienen problemas para dormir. En ese sentido, la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) señaló en un informe de 2021 que los niños mexicanos tienen problemas de insomnio que se agravaron durante la pandemia de COVID, debido a una mala higiene del sueño.
De acuerdo con Selenne Verde Tinoco, especialista de la Clínica de Trastornos del Sueño, de la Facultad de Medicina de la UNAM, la presencia de insomnio se debe principalmente por mala higiene del sueño, por ejemplo utilizar los dispositivos electrónicos a la hora de irse a dormir.
“Nos vamos a la cama con nuestros teléfonos para relajarnos, pero de manera errónea, pues la mayoría de las veces lo hacemos para ponernos al tanto de las noticias que están aconteciendo, muchas de ellas incrementan los síntomas de ansiedad porque estamos viendo cómo esta normalidad no termina aun de ser tan favorable para la población”, comentó la especialista.
El insomnio y la falta de sueño tienen un impacto significativo en el rendimiento escolar de los estudiantes, tanto en edades tempranas como en la adolescencia. Según el Observatorio del Tec de Monterrey, una mala calidad de sueño puede afectar diversas áreas esenciales para el desarrollo cognitivo y emocional de los estudiantes, erosionando las bases del aprendizaje y la memoria.
De acuerdo con el doctor Adalberto González Astiazarán, neurólogo pediatra del Centro Médico ABC, se considera que un niño o niña duerme mal cuando lo hace menos de 10 horas, situación que desencadenará que al día siguiente este distraído,irritable y menos tolerante a la convivencia, lo que podría desembocar en aislamiento social.
Cuando los estudiantes padecen de insomnio, su atención y concentración disminuyen considerablemente. Estas habilidades son cruciales para el aprendizaje diario, y los alumnos con déficit de sueño suelen desconectarse en clase, cometiendo errores y distracciones frecuentes. Además, la memoria y la capacidad de retener nueva información se ven severamente afectadas, ya que un cerebro con falta de descanso tiene dificultades para formar y recuperar recuerdos. Esta deficiencia puede reflejarse en un menor rendimiento en exámenes y tareas.
El sueño insuficiente también está relacionado con problemas emocionales y de comportamiento. Los adolescentes pueden experimentar cambios de humor, irritabilidad y problemas de autocontrol, lo que puede desencadenar comportamientos conflictivos en el aula y una menor motivación para realizar tareas escolares.
En cuanto a las habilidades cognitivas, el Instituto Nacional de la Salud de Estados Unidos publicó un estudio en el que demostró que la irregularidad en los patrones de sueño, como dormir poco durante la semana y tratar de compensar los fines de semana, está asociada con un rendimiento inferior en competencias como la resolución de problemas y la planificación.
Asimismo, los especialistas indican que el insomnio puede tener un impacto diferencial entre géneros. Las chicas parecen experimentar un mayor efecto negativo del insomnio en su rendimiento académico en comparación con los chicos, lo cual se relaciona posiblemente con patrones de sueño distintos entre hombres y mujeres. La falta de sueño a largo plazo también puede aumentar el riesgo de obesidad, diabetes y enfermedades cardiovasculares.
Para prevenir estos problemas, es esencial que los estudiantes mantengan rutinas de sueño regulares y adecuadas para optimizar su capacidad de aprendizaje y su rendimiento académico. Fomentar hábitos de sueño saludables desde la infancia puede ser una estrategia efectiva para prevenir problemas de rendimiento en la adolescencia y etapas posteriores.
¿Cómo tener una buena higiene del sueño?
Dormir el número de horas necesarias y con la calidad de sueño adecuada es vital para el desarrollo integral de niños y adolescentes. Cuando se duerme de forma adecuada, nuestro cuerpo puede hacer procesos vitales importantes como la consolidación de la memoria, formación de células que ayudan al desarrollo de biomoléculas como proteínas y aminoácidos, así como la restauración de una serie de células que permiten el correcto funcionamiento del sistema inmunológico, entre otras.
Según una investigación del Centro Médico ABC, los niños duermen más que los adultos y su patrón de sueño cambia con el desarrollo. De 0 a 3 meses necesitan aproximadamente 17 horas de sueño, más que los bebés de 4 a 7 meses, debido al desarrollo cerebral. A los seis meses, el sueño se asemeja al de un adulto con algunas siestas. Los niños de tres a seis años deben dejar de hacer siestas gradualmente, mientras que una vez que entran a la escuela, los estudiantes necesitan hasta 11 horas de sueño. Un buen sueño es crucial para la producción de la hormona de crecimiento y para el desarrollo de la memorización y el aprendizaje.
En el caso de los adolescentes, es necesario que duerman entre ocho y 10 horas cada noche para mantener un buen estado de salud y un rendimiento académico óptimo.
Por ello es importante tener una buena higiene del sueño, que no es más que el conjunto de hábitos previos a acostarse, a dormir con los cuales se prepara el cuerpo para entrar en ese “modo de reposo”. Para tener una buena rutina y mejorar la calidad del sueño, es importante tener en cuenta lo siguiente:
Establecer un horario regular
Acostarse y levantarse a la misma hora todos los días, incluyendo fines de semana.
Evitar siestas largas durante el día, limitándolas a un máximo de 30 minutos.
Crear un ambiente adecuado para dormir
Mantener la habitación bien ventilada, oscura, silenciosa y a una temperatura cómoda.
Usar ropa cómoda y reservar la cama solo para dormir, evitando actividades como ver TV o usar dispositivos móviles.
Evitar sustancias estimulantes
}No consumir alcohol, nicotina, cafeína, chocolate o alimentos pesados antes de acostarse.
Hacer ejercicio regularmente
Realizar actividad física durante el día, al menos tres horas antes de ir a dormir.
Establecer una rutina de sueño
Realizar actividades relajantes antes de acostarse, como un baño caliente, lectura o escuchar música suave.
Evitar actividades excitantes o estresantes antes de ir a la cama.
Buscar ayuda si es necesario
Si se presentan problemas persistentes para dormir, será necesario acudir al médico especialista para descartar trastornos del sueño o condiciones subyacentes en niños y adolescentes.
Siguiendo estos hábitos de higiene del sueño de manera regular, se puede mejorar significativamente la calidad del sueño y el bienestar general. Un sueño adecuado es fundamental para la salud física y mental de cualquier persona, ya que permite mantenerse activos y funcionar de manera adecuada.
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