Naufragio de Marcelo Ebrard sin tierra firme a la vista
Tras La Verdad, por Héctor Parra Rodríguez.
Miércoles 20 de septiembre de 2023
Parece que el único que no sabía de los arreglos electorales para que ganar la “amañada encuesta” morenista la señora Claudia Sheinbaum, era Marcelo Ebrard, quien se embarcó y lanzó a mar abierto sin salvavidas en una aventura cuyo final era el anunciado desde hace más de 2 años. No hubo sorpresas. En Morena no practican la democracia, son amantes de la imposición y el fraude electoral. Naufragó el cándido aspirante.
Sin vientos que lo lleven a tierra firme, Marcelo sigue en su naufragio electoral, mientras espera que Morena lo salve por medio de la impugnación interpuesta en contra del amañado proceso. Sin prisa alguna, Mario Delgado anunció que el proceso había concluido; sin embargo, agotarían el procedimiento de inconformidad por medio de su órgano de justicia. A entorpecer el final. Ebrard sigue en espera de un salvavidas que lo rescate de las aguas profundas en las que se adentró. No llevan prisa alguna.
Marcelo Ebrard a la espera de la resolución, la cual ineludiblemente perderá, para, posteriormente acudir a la Sala Superior del TEPJF, con la esperanza de ser salvado aún con vida y seguir en la contienda con posibilidades (nulas) de conseguir la candidatura que nunca fue suya. Más bien, siempre fue de Sheinbaum. El resto de las corcholatas simplemente siguieron el sucio jugo armado y manipulado por el presidente de la República. naufragio, naufragio, naufragio, naufragio, naufragio, naufragio, naufragio, naufragio
Marcelo espera vientos favorables que nunca llegarán. Sigue errante en aguas desconocidas.
A punto de hundirse, implora un milagro. Se hizo de una tabla para aguantar un poco más, mientras desesperadamente busca más restos del naufragio para armar algo que le permita salir avante de su propia “tragedia”. Pretende, con un grupo de amigos, formar una asociación de “salvamento” que lo rescate.
Una asociación civil que le permita continuar con vida en un mar plagado de tiburones dispuestos a devorarlo. Mientras el capitán del barco sigue su ruta sin inmutarse, viendo a su “hermano” como patalea para evitar su hundimiento fatal. Tibiamente le lanza una cuerda para salvarlo y aquel no acepta (aún) la forzada ayuda.
Ebrard Casaubón en espera de que otro buque lo suficientemente grande le salve la vida de las agitadas aguas. La realidad, no hay nave alguna que quiera salvarlo, cuando su objetivo reside en tomar el mando de la capitanía de una buena nave y eso no sucederá.
Marcelo se la jugó y jugó muy mal. Claro, no tenía de otra que sujetarse a los términos impuestos por el amañado capitán, quien bajo sus tramposas reglas siempre señaló a la persona que llegaría a buen puerto. A pesar de ellos, el ex Canciller esperó un milagro que nunca llegó y naufragó.
El resto de los ocupantes de la nave que tripula el corsario, sí, el pirata que, con el respaldo de una patente de corso emitida por su propio gobierno, ataca los buques de todos sus enemigos, quien indudablemente se queda con el botín como pago de sus acciones delictivas. Obvio, me refiero en este caso a López Obrador: el “pirata” mayor.
¿A dónde pretende llegar Marcelo sin una nave ni viento que lo acerque a puerto seguro? Literalmente se encuentra extraviado. Hacia cualquier punto que logre llegar, será un náufrago.
A pesar de todo, el mismo náufrago político de Marcelo Ebrard, aún tiene algunos amigos que le lanzan toda clase de objetos para salvarlo. Ninguno será lo suficientemente grande para continuar navegando, mucho menos en mar abierto.
Así que, con la asociación civil que se encuentra formando el náufrago, no le alcanzará. Aunque nadie sabe bien a bien, si esos amigos logren hacerle olas a López Obrador y compañía, que frustren su arribo al puerto que consideraban seguro hace algunos meses.
Ese atrancamiento que consideraban seguro, como esperaban los piratas de Morena, ya no les resultó tan sencillo; más aún cuando en la desleal competencia apareció, irrumpió otra nave con fuerza suficiente para rebasar a los corsarios (ladrones). Me refiero a la senadora Xóchitl Gálvez Ruíz, a quien también pretenden hundir a toda costa. Le lanza toda clase de “cañonazos” y ni así han logrado detener su marcha.
¿Unirán fuerzas Marcelo y Xóchitl? El primero debe probar que el equipo que está formando es lo suficientemente fuerte como para reclamar un buen espacio en la nave que tripula Xóchitl y sumarse a los enormes remos.
Y ésta, Xóchitl, requiere de la autorización de algunos miembros de la tripulación, como el maestre, contramaestre o el timonel; la nave que dirige Gálvez, basa su éxito en la colaboración de todo un equipo, a diferencia del delincuente y capitán pitara, éste manipula a su antojo la enorme nave revestida de todo el poderío de los ladrones de los corsarios, quien, por cierto, ha cometido muchas fallas y faltas en el abyecto trayecto de su ruta, no se detiene en nada para eliminar a los demás. Sin duda, una lucha desigual en altamar.
Conclusión. Marcelo Ebrard navega a la deriva en espera de que alguien le lance el salvavidas que le pueda rescatar. Por cierto, hay quien ya le aventó un endeble lazo (MC), del cual el naufrago no quiere asirse, pues podría volver a naufragar y, en esta ocasión ahogarse sin remedio.
A pesar del peligro que corre, también puede regresar a su nave nodriza, la cuerda falsa la tiene a la mano. Sea cual sea el destino del naufrago de Marcelo, no llegará al puerto que deseaba.
Tras La Verdad / Por: Héctor Parra Rodríguez
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